Casas de Abuelas
Selección oficial de la convocatoria “Casas de Abuelas” organizada por Paz Olivares Droguett y curada por: Koral Carballo, Catalina Juger, Diego Moreno y Gisela Volá. El texto es de Matías Ávalos.
Mi abuela curaba el empacho. Le daba el extremo de una cinta roja y ancha a su paciente, en general un vecino, para que la presionara en la boca del estómago, y se alejaba tres pasos hacia atrás dejando la cinta tirante. Después acortaba la distancia entre su paciente y ella dejando caer su brazo sobre la cinta, mientras pronunciaba una oración misteriosa. Si la persona estaba muy mal, a mi abuela le venían eructos repentinos y se quedaba con un malestar enorme. La curandera asimila y gestiona el dolor del paciente. No lo cura, se queda con su malestar. La oración y el secreto para curar te lo entregan a las 12 de la noche del 24 de diciembre debajo de una parra. A ella se lo entregó su madre. El don de hacerse cargo del malestar estomacal de los vecinos.
Al ver el material de Casas de abuelas, me identifico en la mayoría de las atmósferas, y en casi todos los testimonios. Debe haber algo que haga a las abuelas universales, a las vez que radicalmente subjetivas. Un cuerpo envejecido que debería ser sinónimo de fragilidad, pero una abuela es todo lo contrario. Las abuelas curan golpes con hematomas inmensos con aceites y mezclas de orígenes lejanos y difusos. Y alejadas de un heroísmo tonto, aguantan. Recuerdo una vez que mi abuela tenía dolor de muelas. Agarró una pinza de punta amarilla, un repasador de flores y se fue al fondo. Regresó con la responsable del dolor en las manos, una muela enorme era la comprobación de que el lugar común de la viejita tierna de seguro fue escrito por hombres sin abuelas.
No puedo ser objetivo con una persona que me esperó para morir. Mi familia flameaba como espigas en la vereda del sanatorio. El viento de agosto en Buenos Aires y la tristeza absoluta no son una buena combinación. Uno se dobla hasta dehumanizarse por completo. Ya se habían despedido todos. Seguí las indicaciones de la más entera entre ellos, mi hermana, que me llevó hasta la puerta del Shock Room. En una camilla mi abuela estaba acostada. Tenía los ojos cerrados, un cáncer implacable la había hecho pasar los peores meses de una vida de sacrificio feroz. Saludé a sus hermanas, mis tías, quienes me contaron que las enfermeras habían ido a buscar morfina. Aliviar el dolor era lo único que podían hacer. Ella movió la cabeza. Había reconocido mi voz entre el ruido insoportable de sus entrañas ardiendo.
Me entero que las mujeres nacen con todos los óvulos de su vida. O sea que, en algún momento previo al nacimiento de mi madre, una parte de lo que sería yo estuvo en su útero. Ahí puede haber una pista a lo universal de las abuelas: fueron todo lo que nosotros fuimos y seremos. Una abuela no es solamente una señora incondicional, también es la niña que fue y que comprende tus pulsiones por trepar a un árbol, por comer cosas ricas y dulces, por ensuciarte; también es la mujer que deseó y comprende tus pulsiones eróticas, aunque no hable de ellas; también es madre de alguien que se hizo madre y comprende tus miedos, y con una sonrisa trata de enmendar lo que hizo en el abismo que ahora se te abre. Y lo logra.
A los pocos minutos las enfermeras inyectan la morfina y el espacio entre inhalación y exhalación se hace cada vez mayor, como si mi abuela se olvidara de respirar. Caer en la cuenta de ese cambio de ritmo me destruyó. Una voz aguda salió de mi boca. Era yo mismo llorando como un niño sin poder ahogar el ruido. Otra vez mi abuela reconoció mi llanto. El mismo que, anécdota familiar clásica, escuchaba desde el pasillo del hospital donde nací y hacía callar a todo el mundo para escuchar. Una lágrima cayó del ojo izquierdo de mi abuela, y el movimiento que la mantenía en este lado de la existencia frenó. Las enfermeras me sacaron y mi familia vio en eso la confirmación de que todo había terminado.
Ya pasaron cuatro años de esa noche. De a poco el olor de sus sábanas desaparece de mi catálogo de olores, el gusto de la comida preparada por ella desaparece de mi paladar, su voz diciéndome negrito es cada vez más difusa. Pero con Casas de abuelas sucedió un cambio que me hizo menos pesada esa sensación de «por qué no pasé más tiempo con ella…». Puedo ver en estas fotos que el pasado no está atrás, y uno avanzando hacia la pérdida. El pasado, nuestro origen, su útero y su complicidad, su fuerza y su picardía, su forma particular de ternura están adelante, son el suelo con el que, mal o bien, contamos para vivir eso que se llama el resto de nuestras vidas.
Con amor y admiración a nuestras abuelas
Luz Camacho | Aura Velasco | Lorenza Barrón | Fabiola Arias García |Elsa |Mercedes | Hortensia García | Reberina Pérez Nogueda | Betty | Rosa | Francisca Arroyo | Gloria Pérez| | Lorenzina Ravera Minetto | María | María Rojas | Felipa Valdez | Pilar Martinez | María Digna Opazo | Margarita Domínguez Romero | Eliana Utrera Tournier | Josefina ‘Chocha’ | Cumandá Solano | Regina Maria Leandro Thoms | Ángela Falcone | Beatriz Aguirre | Juana| Alba Osalde Ancona | Luz María Millares Flores | Ofelia | Gloria Palma Siredey | María Elena Castellanos | Olga Cisternas | Maria Ines Nunciata Giunta | Telma | Josefa | Elba García y García | Zulema Taberna | María Castro | Ana Rosa Mazzú | Liliana Banaudi | Cecilia | Carmen Nuñez Salvador | Rosa Hernandez Garduño | Rebeca Marta Riveros Céspedes |Aída Díaz Orellana | María Teresa Figueroa Huici | Angélica Esmeralda Correa | Juana | Catalina | Alicia | María Mariquita Castro | Mamá Cleme | Luisa Josefina de Hidalgo | Eloísa Guevara | Cleotilde Marquez
Participan
Hellen Hernandez | Lorena Velasco | Citlalli EB | Victoria Carmona | Melisa Oechsle | Maria Mara | Wendy Estrella | Tania Barrientos | Malena Mónaco | Estefania Grados | Elsa Solorio | Camile Juarez | Monica Muñoz | Sofía Basselli | Valeria Portillo | Pilar Jadue | Selene Tec | Rayen Luna Solar | Erica Voget | Mayra Da Silva | Fernanda García | Walter Thoms | Fabiola Ferrero | Ana Maria Buitron | Laura Szenkierman | Cecilia Gómez | Alejandra Leyva | Marina Fernández | Carolina Candia | Roberto Rabadan | Dominique Parcis | Lucia & Daniela Vera | Mel Lorch | Nadia del Pozo | Pablo Bruzzone | Ailen Herradon | Angelina Dotes | Julieta De Rose | Lorena Salazar | Ines Benitez | Raúl Borja Arboleda| Alexa Herrera | Verónica Garay | Carelyn Daniela Mejías
Organiza
Curaduría
Koral Carballo
Catalina Juger
Diego Moreno
Gisela Volá
Texto
Matías Ávalos
Dirección & Producción
Paz Olivares Droguett